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La importancia de los refuerzos COVID-19

La Organización Panamericana de la Salud (OPS), junto con los países y territorios de la Región de las Américas y sus asociados, celebra del 15 al 18 de abril la 22nd Semana Anual de Vacunación en las Américas (SVA).



A lo largo de los años y con diferentes tipos de virus como la influenza, por ejemplo, los expertos notaron que la inmunidad producida con la aplicación de la vacuna desaparecía con el tiempo. Por eso, recomendaron que se aplicaran refuerzos para fortalecer el sistema inmunitario, estimulando la producción de nuevos anticuerpos y, por ende, aumentando la protección que brindan contra el virus.


La vacunación masiva ha demostrado ser una herramienta crucial para salvar vidas y reducir la propagación de virus en todo el mundo, contribuyendo significativamente a reducir la incidencia de enfermedades como el sarampión, la poliomielitis y la rubéola, entre otras.


Algunos de los objetivos planteados para la Semana de Vacunación en las Américas son: la promoción de la vacunación contra la difteria, el tétanos, la hepatitis B, la tos ferina, la fiebre amarilla y el VPH y continuar con los esfuerzos para llegar a los grupos prioritarios de alto riesgo con las vacunas COVID-19, tanto la serie primaria como los refuerzos.

En el caso del COVID-19, la vacunación también es una herramienta crucial para controlar la propagación del virus y reducir su impacto en la población. Las vacunas autorizadas han demostrado, tanto en ensayos fase 3 como en estudios de mundo real, ser altamente efectivas para prevenir enfermedades graves, hospitalización y muerte relacionadas con el COVID-19.


Debido a esto hoy en día es posible indicar que las vacunas contra el COVID-19 siguen siendo la forma más segura y confiable de generar protección contra las complicaciones asociadas a la enfermedad, ya que disminuyen en un 68.7% las probabilidades de desarrollar síndrome de COVID prolongado2, el cual puede manifestarse como persistencia de fatiga, tos seca, fiebre, dolores de cabeza, musculares y articulares, palpitaciones y dificultades para concentrarse, entre otros; así como secuelas relacionadas a la infección por este virus. Se calcula que solo en 2021, las vacunas contra el COVID-19 salvaron la vida de 14,4 millones de personas en el mundo.1

Los virus mutan, constantemente, y el SARS-COV-2 (por sus siglas en inglés) ya lo ha hecho varias veces desde que se detectó por primera vez en Wuhan. Estas mutaciones provocan a su vez, que las vacunas que se diseñaron originalmente para protegernos de un virus con ciertas características pierdan parcial o significativamente su eficacia[1] con el pasar del tiempo.


Por tal motivo, las vacunas actualizadas monovalentes para 2023-2024 mostraron un aumento significativo de los anticuerpos neutralizantes contra las variantes EG.5 y FL.1.5.1, siendo las que mejor permiten combatir las infecciones causadas por el linaje XBB de la variante Ómicron, y podrían restablecer la protección contra el virus en su variante más grave, que puede haber ido disminuyendo con el tiempo. Se prevé que las vacunas actualizadas serán más efectivas para combatir las cepas en circulación en la actualidad.[2]


La Organización Mundial de la Salud (OMS) ya ha recomendado el uso de las vacunas monovalentes sin la proteína S del virus ancestral, ya que genera una serie de beneficios como el aumento del título de anticuerpos neutralizantes frente a los linajes Ómicron circulantes en la actualidad.[3]


De conformidad con las recomendaciones dadas en marzo de 2023 por el Grupo de Expertos en Asesoramiento Estratégico sobre Inmunización (SAGE) de la OMS, quienes corren un riesgo alto de presentar un cuadro grave de COVID-19 son las personas de la tercera edad, los adultos jóvenes que sufren comorbilidades importantes (diabetes y cardiopatías), personas con afecciones de inmunodepresión (VIH y receptores de trasplantes); además de los niños de 6 meses o más que tengan un riesgo alto de enfermar y los trabajadores de la salud. Estos grupos poblacionales deben tener prioridad en la colocación de las vacunas de refuerzo, de 6 a 12 meses después de puesta la última dosis.[4]


En el marco de la 22nd Semana Anual de Vacunación en las Américas (SVA) es importante destacar que las vacunas COVID-19 siguen proporcionando protección, especialmente contra la enfermedad grave y la hospitalización. Ofrece además un refuerzo adicional a las personas que estuvieron contagiadas, evitando que sean hospitalizadas en caso de infectarse nuevamente. La vacunación sigue siendo la estrategia más segura para evitar los problemas de salud a largo plazo que lleven al paciente a la muerte.[5]

 

Vacunación COVID: Derribando mitos

VERDADERO

●        Las mujeres embarazadas o en período de lactancia pueden recibir su dosis de vacuna contra el COVID-19.

Las mujeres embarazadas no presentan un mayor riesgo de resultados adversos en el embarazo después de ser vacunadas con las vacunas contra el COVID-19 durante el segundo y tercer trimestre. Las madres sanas que están amamantando o extrayendo su leche pueden vacunarse porque la exposición sistémica del niño es insignificante.

●        Las personas con problemas cardíacos, diabetes o antecedentes de Stroke pueden recibir la vacuna contra el COVID-19

El American College of Cardiology[6] considera que las personas con enfermedades cardíacas, diabetes, antecedentes de derrame cerebral y otros factores de riesgo cardiovascular son un grupo prioritario para vacunarse contra el COVID-19.

FALSO

●        Las personas que han recibido una vacuna previa contra COVID-19, no deben aplicarse nuevas dosis.

Si bien es cierto que muchos estudios han demostrado que las vacunas contra el COVID-19 son altamente efectivas, también se sabe que la inmunidad disminuye con el tiempo y las variantes que circulan del virus mutan constantemente. Por tal motivo, es necesaria la aplicación de dosis de refuerzo con vacunas actualizadas.

●        Las personas con enfermedad renal obtienen pocos beneficios de la vacunación COVID-19, por el contrario, tienen un mayor riesgo de experimentar los efectos más perjudiciales del COVID-19.

Según National Kidney Foundation[7] los beneficios de la vacuna para las personas con insuficiencia renal crónica en cualquier etapa, las que reciben diálisis y los receptores de un trasplante de riñón, son mucho mayores que el riesgo de enfermedad grave o complicaciones derivadas de la COVID-19.


 

 

 

Código de aprobación Asofarma: CEA—2400486

 

 

 

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