La complejidad creciente del mercado para las organizaciones globales, impulsada por regulaciones, competencia y disrupción tecnológica, ha llevado a que la ‘Responsabilidad Social Empresarial’ se convierta en un pilar de las estrategias corporativas. Actualmente, los inversionistas demandan una mayor responsabilidad de las empresas respecto a su impacto ambiental y su compromiso social, lo que hace primordial la transparencia y la toma de decisiones financieras sobre estos factores.
Según el Small Business Administration de Estados Unidos, el 40 por ciento de los gastos comerciales de las empresas son atribuidos a costos de energía. Las empresas gastan más de USD 450 000 millones en programas de energía y sostenibilidad, pero hasta un 48 % de ellas no cuenta con un plan estratégico.
El uso de los recursos no solo resulta importante para acciones de sustentabilidad y eficiencia energética, sino que la falta de conciencia en su uso repercute en las operaciones de las industrias y en los costos de producción.
En este sentido, tanto clientes como inversionistas han demostrado un creciente interés en los procesos sustentables y sus beneficios financieros, por lo que, entre otras cosas, han impulsado estrategias en diferentes rubros para obtener mayores beneficios. Destacan los planes de gestión energética, que, mediante digitalización, permiten reducir gastos relacionados con el consumo y aminorar su impacto en el medio ambiente; permitir tener mayor visibilidad y control sobre sus recursos; optimizándolos para mantenerse competitivas en sus respectivos sectores.
Además del impacto ambiental, la implementación de estrategias de negocio sustentables como la eficiencia energética, permite generar bienestar empresarial, un manejo más eficiente de los recursos humanos, así como un impacto social positivo y el cumplimiento de nuevas normas globales.
Centroamérica fue, como región, la primera en el mundo que comenzó a promover el concepto de desarrollo sostenible desde el año 1994, a través de la Alianza para el Desarrollo Sostenible, ALIDES, la cual plantea crecimiento económico, desarrollo social y sostenibilidad ambiental como los tres elementos complementarios e indivisibles. Para afrontar este cambio de visión, que impacta directamente en el rubro financiero, el sector empresarial evalúa constantemente su huella de carbono mediante indicadores de desempeño que miden el impacto de sus proyectos de sostenibilidad y su relación directa con el negocio, para tomar decisiones estratégicas sobre la asignación de capital, por el bienestar económico a largo plazo.
Mediante iniciativas de digitalización como la Electricidad 4.0 de Schneider Electric, muchas empresas han encontrado un camino para lograr implementar un sistema de control de emisiones que faciliten un uso más eficiente de activos. Esta solución busca unir la electricidad con la digitalización, para así lograr soluciones de sostenibles impulsando el desarrollo eléctrico en industrias, hogares, centros de datos y más.
La tendencia indica que la inversión en estrategias sostenibles ha ido incrementando; de acuerdo con un estudio de Bloomberg Intelligence, los activos financieros invertidos en ESG (por sus siglas en inglés) podrían superar los 53 billones de dólares en 2025, lo que representa más de la tercera parte de los $140.5 billones proyectados de activos bajo gestión.
La importancia de la sostenibilidad a nivel empresarial es cada vez más evidente y exigido tanto por consumidores como por inversionistas. En Schneider Electric se busca empoderar a todo el mundo mediante el aprovechamiento de energía y recursos para así unir el progreso con la sostenibilidad. Esa meta permite volver más asequible el lograr las metas de un futuro net zero con el bienestar financiero y ecológico al frente de la solución.
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